El segundo día fue un poco mejor. Nos empezamos a acostumbrar al nivel de vida que nos esperaba (mala comida, habitaciones no muy salubres...), aunque por supuesto la comida es la comida y empezamos a comer bocatas que teníamos y a ir a los supermercados próximos para adquirir productos básicos para la supervivencia humana jejeje.
Empezamos con las actuaciones, pasacalles, comilonas en las habitaciones y poco a poco aquel viaje que empezó mal empezó a convertirse en un buen viaje de vacaciones con coleguillas.
El tercer día fue aun mejor y empezamos a vivir más el festival y por tanto a disfrutar y ya había más ambientillo. El despiporre empezaba.
El último día fue el acabose: un pasacalles sin normas, una actuación que salió bastante bien pero lo mejor de todo fue la última noche. ´Todos se fueron a las habitaciones y nos pusieron como toque de queda las 2.15 de la madrugada para irnos a dormir, pero Meri y yo llegamos un poco tarde y nos retiramos a las 5 y pico. El retraso fue debido a que conocimos a dos camareros: Arnaud y a su hermana Adeline y a una bretona llamada Anne Gäelle que nos invitaron toda la noche. Hubo muy buen rollo e incluso comieron con nosotros y pasaron la sobremesa con nosotros hasta el momento en que el autocar abrió sus puertas y el cansancio se apoderó de nosotros.
Llegamos a Lleida con un autocar al que se le estropeó el embrague y justo antes de llegar a Lleida tuvimos que cambiar de autocar para llegar a eso de las 9 de la noche para comerme un buen plato de patatas fritas con huevo para recordar que ya estaba en casa.
UN BUEN VIAJE Y DEL QUE ME QUEDARÁN MUY BUENOS RECUERDOS
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